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Conversatorio: Igualdad, no discriminación y convivencia familiar

  • Foto del escritor: DAIMON
    DAIMON
  • hace 6 días
  • 3 Min. de lectura

Como parte del trabajo del área jurídica de DAIMON, desde mayo de este año hemos llevado a la comunidad de San José Buenavista pláticas impartidas por la Licenciada María Terrazas sobre tipos y modalidades de violencia, derechos y responsabilidades conyugales, prevención de la violencia familiar e igualdad y no discriminación dentro de la convivencia en familia. La más reciente se realizó el pasado miércoles 26 de noviembre.


La reunión, que contó con la asistencia de más de 50 mujeres de la comunidad, se convirtió en un espacio de confianza, reflexión y acompañamiento mutuo. Hablamos de la vida cotidiana, del trabajo y los esfuerzos que pesan, de la pareja, de cómo una familia se construye entre dos personas que tienen distintos roles, ritmos y responsabilidades, pero que necesitan, más que nada, ponerse de acuerdo, escucharse y apoyarse.


Algunas mujeres compartieron que esa cooperación se vuelve difícil cuando, como ocurre en muchas familias de la comunidad, los maridos se van al extranjero y ellas quedan a cargo de todo: la casa, los hijos, el trabajo emocional, el cuidado y la disciplina. Ante esa realidad, se les recordó algo fundamental: no están solas. Existen programas institucionales y asociaciones civiles —entre ellas DAIMON— que pueden acompañarlas en procesos jurídicos, clínicos, emocionales y en la formación de oficios que fortalezcan su autonomía. Estas posibilidades resultaron ser un alivio para muchas.


Un tema que resonó particularmente fue en relación a la adolescencia. Es muy común que durante esta etapa la rebeldía, la distancia y la incomprensión compliquen la convivencia familiar, por lo que es importante tener firmeza y establecer límites no como castigos, sino como actos de amor que enseñan a las y los jóvenes a asumir las consecuencias de sus actos, siempre tomando en cuenta que estas sean acordes a su edad y a la magnitud de las acciones. Varias mujeres coincidieron en algo esencial:


"Hay que ponerles más atención, hablar más con ellos, saber cómo están".

A partir de ahí, el diálogo se abrió hacia algo más delicado: las diferencias. Cada familia tiene prioridades, formas de educar y valores que no siempre coinciden con los de otras familias, y eso no significa que estén equivocadas, sino que son únicas. Se insistió en la necesidad de no discriminar ni juzgar a quienes piensan o viven distinto, porque el respeto comienza por reconocer que no existe una sola manera correcta de ser familia.


La facilitadora llevó esta reflexión a otro nivel: invitó a las mujeres a sentirse orgullosas de los hijos que trajeron al mundo, sin importar sus ideas, preferencias o caminos, porque la diferencia no es un problema, sino una oportunidad para dialogar, para construir acuerdos y para actuar dentro de un marco legal que protege la dignidad y los derechos de todas las personas. "El punto —dijo— es aprender a convivir sin agredir, sin excluir. No hacer al otro lo que no queremos que nos hagan a nosotras mismas".


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Hubo sentimientos, suspiros y miradas que se encontraron entre sí con complicidad. Alguien añadió que en la comunidad siempre habrá chismes y críticas, pero que es mejor no alimentar aquello que no queremos recibir y enfocarse en construir relaciones más sanas, solidarias y respetuosas.


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Si tú también crees en la transformación que nace del encuentro, la escucha y el respeto, ayúdanos a seguir encendiendo conversaciones que cambian vidas. 


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