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Psique-Social
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Capacitación y Oficios
Ofrecemos espacios de acompañamiento que buscan abrir caminos de expresión, reflexión y encuentro a través de:
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Atención psique-social individual y familiar
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Clínica del lazo social
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Espacios lúdicos para fortalecer vínculos familiares
Brindamos espacios de diálogo comunitario sobre derechos, violencia y discriminación a través de:
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Conversatorios
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Orientación legal personalizada
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Canalización con abogados especializados
Gestionamos talleres productivos que fomentan la autonomía y justicia económica:
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Huertos urbanos
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Corte y confección
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Tisanas artesanales
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Arquitectura sustentable
Nuestro Impacto
Historias de transformación
Del control al reconocimiento: fortalecimiento familiar A través del acompañamiento familiar con orientación psicoanalítica, “E” y su hijo “J” han transitado un proceso significativo de transformación en su vínculo y en la forma de mirarse y comprenderse. “E”, quien en un inicio sostenía una relación marcada por el control y la sobreprotección hacia su hijo adulto, ha logrado una separación simbólica que le ha permitido establecer nuevas formas de vincularse, sostenidas en el reconocimiento del otro como sujeto y en la apertura al diálogo. Esta reconfiguración no solo ha impactado en su relación con “J”, sino que ha generado efectos positivos en su vida cotidiana. Ha resignificado su vínculo con sus nietos y se ha convertido en una figura activa dentro de su comunidad, compartiendo con otras personas las herramientas que ha podido elaborar en el proceso. Por su parte “J” ha logrado un avance importante en su autonomía. Ha cuestionado creencias que limitaban su capacidad de actuar y de sostener responsabilidades, lo cual le ha permitido sostener un empleo, fortalecer su confianza y modificar hábitos cotidianos. Entre otros cambios, ha disminuido de manera considerable el consumo de alcohol, establecido rutinas más saludables y generando mejores vínculos laborales y personales. Este caso da cuenta de cómo el trabajo con el lazo familiar puede propiciar transformaciones duraderas en la manera de verse y relacionarse con otros. Las intervenciones que parten del núcleo familiar no solo inciden en los vínculos inmediatos, sino que impactan en su comunidad, donde los saberes construidos se multiplican.
Reconfiguración del lazo comunitario En una comunidad donde las viviendas están muy cercanas entre sí, tres familias comparten un espacio atravesado por tensiones constantes. A raíz de múltiples episodios de violencia —principalmente dirigidos hacia niñas y niños —, se emitió una orden de restricción contra la señora “M”, la cual prohibía todo tipo de comunicación con sus vecinas. El documento señala que “M” es sordomuda, lo cual ha generado múltiples malentendidos, pues en realidad, “M” escucha y comprende lo que se le dice. Aunque presenta un déficit significativo en su capacidad de comunicación verbal, este diagnóstico erróneo. Sin embargo, al estar inscrito legalmente, ha dificultado su posibilidad de expresar necesidades, pedir ayuda o defenderse frente a ciertos señalamientos, convirtiéndose en un obstáculo simbólico y práctico para el avance del proceso comunitario. Antes del acompañamiento, el entorno era muy tenso, reactivo y cargado de miedo. Una de las madres mantenía un conflicto abierto con la señora “M”, lo que la llevaba a vivir en constante estado de alerta, protegiendo a sus hijos e intentando evitar cualquier contacto con ella. La otra madre, por el contrario, solía defender a “M” y manifestaba desacuerdo con la hostilidad hacia ella, lo que generaba fricciones con la primera. Esta tensión entre ambas también se ha trasladado a la vida cotidiana de sus hijas e hijos, quienes crecían bajo una lógica de vigilancia y lealtades divididas, asumiendo roles de protección o posicionamientos conflictivos frente a los adultos. El diálogo estaba ausente: el miedo, el enojo y el resentimiento ocupaban su lugar. Desde la Clínica del Lazo Social, se inició un proceso de escucha con las madres y sus hijas e hijos, donde se pudo comenzar a nombrar el malestar, cuestionar las formas de vínculo sostenidas en la violencia, y abrir la posibilidad de asumir una responsabilidad distinta ante los conflictos. Con las infancias se ha trabajado en el fortalecimiento de su autonomía, alentando su derecho al juego, al espacio propio y a la separación subjetiva respecto a los conflictos de los adultos. En paralelo, se brindó acompañamiento jurídico, no solo para aclarar el alcance de la orden de restricción, sino para resignificarla: no como una sanción absoluta, sino como una medida que también puede ser punto de partida para construir nuevas formas de convivencia respetuosas y sostenibles. En este sentido, se propuso una reunión de conciliación mediada, donde se pudiera hablar del daño, del resentimiento, y también de las posibilidades de estar en un mismo territorio sin repetir la violencia. A pesar del diagnóstico erróneo que figura en el expediente, la señora “M” ha sido incluida en este proceso, y se ha reconocido su capacidad de comprensión y su voluntad de participar en la reunión. Esto ha implicado trabajar con mayor cuidado en la forma en que se establece la comunicación con ella, respetando su singularidad y reconociendo su lugar como parte activa de esta historia. Desde la Clínica del Lazo Social, se inició un proceso de escucha con las madres y sus hijas e hijos, donde se fue posible comenzar a nombrar el malestar, cuestionar las formas de vínculo sostenidas en la violencia y abrir la posibilidad de asumir una responsabilidad distinta ante los conflictos. Con las infancias se ha trabajado en el fortalecimiento de su capacidad de participación y cooperación dentro del entorno familiar y comunitario, alentando formas de relación menos centradas en la vigilancia o el cuidado adulto, y más orientadas a fortalecer vínculos de confianza, juego compartido y construcción conjunta de acuerdos.
Acompañamiento jurídico para garantizar derechos En el marco de una de las jornadas comunitarias sobre derechos, violencia y responsabilidades conyugales, la señora “G” se acercó al equipo jurídico del programa para expresar su preocupación: el padre de su nieta se había negado reiteradamente a cubrir la manutención de la niña, generando una situación de incertidumbre y tensión económica para la familia. A partir de este primer acercamiento, se ofreció un acompañamiento cercano y sostenido que permitió a la hija de “G” acudir a los juzgados familiares, donde descubrieron que el padre de la menor sí había realizado algunos depósitos, pero los había consignado directamente en el juzgado sin notificación clara a la familia. Gracias a este acompañamiento, la señora “G” pudo acceder a los recursos retenidos y, además, se inició un proceso legal en el que se notificó formalmente al padre sobre su responsabilidad de continuar cumpliendo con la obligación alimentaria. Este proceso también implica una transformación en su manera de comprender y afrontar los asuntos importantes para la madre de la niña, quien hasta entonces no conocía los procedimientos legales ni se consideraba con herramientas para defender sus derechos. Al sentirse acompañada, fue posible para ella sostener su palabra, exigir lo que le corresponde y comenzar a transitar el conflicto desde un lugar de mayor claridad y sostén. Este caso da cuenta de cómo los espacios de diálogo jurídico pueden convertirse en puertas de acceso a la justicia, pero también en escenarios donde se resignifica la manera de verse y situarse frente a su realidad y donde, al sentirse acompañadas, logran asumir una voz propia frente a la desigualdad y el desamparo.



